Y mientras mirabamos ese paisaje que amamos y odiamos a la vez, no pude evitar sentirme en paz. Y así caí en tus brazos, esos que siempre me abrazan para decirme cuanto me quieren, esos que me cuidan y me contienen.
Sí, en esos mismo brazos, con ese mismo paisaje.
Y mientras caíamos yo solo podía reírme y llorar y luego seguir riéndome. Porque fue ahí donde descubrí que es llorar de la risa, que es llorar de felicidad.
En ese momento me sentí más feliz que en toda mi vida, las lagrimas caían y la risa era incontenible. Solo podía pensar en que te amaba y solo podía seguir riendo y llorando y riendo.
Y seguimos nuestro viaje hasta la cumbre, de la mano, porque de otra forma imposible.
<3 font="">3>
No hay comentarios:
Publicar un comentario