sábado, 1 de diciembre de 2018

Somos andando

“Hace cinco siglos, la gente y la tierra de las Américas se incorporaron al mercado mundial en carácter de cosas. Unos pocos conquistadores conquistados, fueron capaces de adivinar la pluralidad americana, y en ella, y por ella, vivieron; pero la conquista, empresa ciega y enceguecedora como toda invasión imperial, solo podía reconocer a los indígenas, y a la naturaleza, como objetos de exploración o como obstáculos. La diversidad cultural fue descalificada como ignorancia y penada como herejía, en nombre del dios único, la lengua única, y la verdad única, mientras la naturaleza, bestia feroz, era domada y obligada a convertirse en dinero. La comunión de las culturas americanas, y este pecado de idolatría mereció castigo de azote, horca y fuego.


Ya no se habla de someter a la naturaleza; ahora sus verdugos prefieren decir que hay que protegerla. En uno y en otro caso, antes y ahora, la naturaleza esta afuera de nosotros: la civilización que confunde a los relojes con el tiempo también confunde a la naturaleza con las tarjetas postales. Pero la vitalidad del mundo, que se burla de cualquier clasificación y está más allá de cualquier explicación, no se queda nunca quieta. La naturaleza esta en movimiento, y también nosotros, sus hijos, que somos los que somos y a la vez somos lo que hacemos para cambiar lo que somos. Como decía Paulo Freire, el educador murió aprendiendo: somos andando.”

Patas arriba, Eduardo Galeano

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