Son tantas las cartas que nunca te entregué
que guardé en el velador para quemar cuando volvieras
borrar los rastros del pasado doloroso
como si un buen presente pudiese borrar las heridas que dejaste
las memorias quebradas y las cicatrices punzantes.
Pero cuando volví a mirarte en nuestra segunda vuelta
no pude evitar notar que nada ha cambiado
que sigues siendo el mismo hombre ensimismado
donde tu ombligo es más grande que el sol
donde lo único importante son las lunas que orbitan a tu alrededor.
Pero yo no soy espejo de nadie
ni flores de tu altar
no soy el público que te aplaude
ni quién te mira al despertar
Son muchas las cartas que nunca te entregué
pero más o menos todas dicen lo mismo
el dolor que me causaste es irreparable
el amor que sentí es inigualable
Pero hoy me doy cuenta
que a quién le escribí esas cartas no existe
nunca existió
un personaje inventado en mi mente
de un hombre de papel solamente.
Si tu amor fue real
se sintió a como la primera vez que se toma agua ardiente
un golpe fuerte y calor en la garganta
la inevitable sensación de querer más
y más
Te ví y no pude soltarte
hoy en día, no puedo soportarte
no quiero estar cerca tuyo
ni extraño tus historias fascinantes
Quemaste todos los puentes
todo lo que no unía se quebró profundamente.
Son muchas las cartas que nunca te entregué
pero más o menos todas dicen lo mismo
No te das cuenta de qué es lo que me hace correr lejos
El espejo que sujetas no permite que veas mas allá de tu ojos
tus bellos ojos
pero son solo para ti
Enamorado de tí mismo
maldito narciso.