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Camino largo y pedregoso, rodeado de la noche más oscura y confusa. Yo caminaba con los ojos bien abiertos para estar atento a cada movimiento que se presentara. Paso tras paso comencé a sentirme perdida, que el lugar donde estaba no era el correcto y que el momento no era el apropiado. Me detuve un segundo, mi espalda con el suelo se hicieron amigas y yo, cerré los ojos; dormir no era necesario solo que debía despejar mi mente. Mis piernas cansadas por el camino, mi mente cansada por el viaje. Mi mano la moví hacia mi lado, encontre lo que buscaba. Me puse de pie y retomé el camino, iba mas relajada; disfrute cada paso esta vez; no solo la oscuridad sino también la brisa nocturna, los sonidos escuchados solo cuando el mundo duerme y una serie de sensaciones á las que nunca le había prestado mayor atención. El alba tornó el camino mas fácil para poder descubrirte. El amanecer me dejó encontrarte a mi lado. La luz del día me dejó claro nuestro compromiso eterno de equipo. El resplandor del sol dejo nuestro testimonio de que aquella noche comprendimos que estar juntos es para toda la vida. Es así de simple; como el vuelo de un ave.