lunes, 24 de agosto de 2015

Extractos de "La Resistencia" de Ernesto Sabato

Si vivimos como autómatas seremos ciegos a las huellas que los hombres nos van dejando, como las piedritas que tiraban Hansel y Gretel en la esperanza de ser encontrados.

Cuando somos sensibles, cuando nuestros poros no están cubiertos de las implacables capas, la cercanía con la presencia humana nos sacude, nos alientan comprendemos que es el otro el que siempre nos salva. (..) toda vez que hemos perdido un encuentro humano algo quedó atrofiado en nosotros, o quebrado. Muchas veces somos incapaces de un genuino encuentro porque sólo reconocemos a los otros en la medida que definen nuestro ser y nuestro modo de sentir, o que nos son propicios a nuestros proyectos.

(..)¡Cuánta irónica sonrisa mereció esta deslumbrante verdad!

El destino se muestra en signos e indicios que parecen insignificantes pero que luego reconocemos como decisivos. Así, en la vida uno muchas veces cree andar perdido, cuando en realidad siempre caminamos con un rumbo fijo, en ocasiones determinado por nuestra voluntad más visible, pero en otras quizá más decisivas para nuestra existencia, por una voluntad desconocida aún para nosotros mismos, pero no obstante poderosa e inmanejable, que nos va haciendo marchar hacia los lugares en que debemos encontrarnos con seres o cosas que, de una manera o de otra, son, o han sido, o van a ser primordialmente para nuestro destino, favoreciendo o estorbando nuestro deseos aparentes, ayudando u obstaculizando nuestras ansiedades, y, a veces, lo que resulta todavía más asombrosos, demostrando a la larga estar más despiertos que nuestra voluntad consciente.

Ahora la humanidad carece de ocios, en buena parte porque nos hemos acostumbrado a medir el tiempo de modo utilitario, en términos de producción. 

(...) Como la renuncia a lo individual por el bien común, como el amor. Se sacrifican quienes envejecen trabajando por los demás, quienes mueren para salvar al prójimo, ¿y puede haber sacrificio cuando la vida ha perdido sentido para el hombre, o sólo lo halla en la comodidad individual, en la realización del éxito personal?

El mal es de una evidencia que no necesita mostrarse (…). Son esos momentos en que una y otra vez me repito ¡cuánto  mejores son los animales! Sin embargo, qué grandiosa y conmovedora es la presencia de la bondad en medio de la ferocidad y la violencia.

“Persona” quiere decir máscara, y cada uno de nosotros tiene muchas. ¿Hay realmente una verdadera que pueda expresar la compleja, ambigua y contradictoria condición humana?

Las creencias y el pensamiento, los recursos y las invenciones fueron puestos al servicio de la conquista. Colonialismos e imperios de todos los signos, a través de luchas sangrientas, pulverizaron tradiciones enteras y profanaron valores milenarios, cosificando primero la naturaleza y luego los deseos de los seres humanos.

Nuestra civilización ha tomado un tipo de bienestar como el  “deber ser” de la vida, fuera de la cual no hay salvación. Este objetivo es logrado por el miedo, y por la incapacidad que tienen hoy los hombres de vivir los momentos duros, las situaciones límite y los obstáculos. En especial, se tiene horror al fracaso. Se oculta cualquier avería en el bienestar, pues enseguida se teme la exclusión, quedar eliminado de la existencia.

Lo peor es el  v é r t i g o. 
En el no se dan frutos ni se florece. Lo propio del vértigo es el miedo, el hombre adquiere comportamiento de autómata, ya no es responsable, ya no es libre, ni reconoce a los demás.

El hombre no se puede mantener humano a esta velocidad, si vive como autómata será aniquilado. La serenidad, una cierta lentitud es tan inseparable de la vida del hombre como el suceder de las estaciones, lo es de las plantas, o del nacimiento de los niños.

Cada hora del hombre es un lugar vivo de nuestra existencia que ocurre una sola vez, irremplazable para siempre. Aquí reside la tensión de la vida, su grandeza, la posibilidad de que la inasible fugacidad del tiempo se colme de instantes absolutos, de modo que, al mirar hacia atrás, el largo trayecto se nos aparece como el desgranarse de días sagrados, inscriptos en tiempos o en épocas diferentes.

La noche no es menos maravillosa que el día, y el resplandor de las estrellas la ilumina, y la noche tiene revelaciones que el día ignora. La noche tiene más afinidad con los misterios que los orígenes del día. El abismo no se abre más que con la noche.


Lo esencial de la  vida es la fidelidad a lo que uno cree su destino, que se revela en esos momentos decisivos,  esos cruces de caminos que son difíciles de soportar pero que nos abren a las grandiosas opciones. Son momentos muy graves porque la elección nos sobrepasa, uno no ve hacia delante ni hacia atrás, como si nos cubriese una niebla en la hora crucial, o como si uno tuviera que elegir la carta decisiva de la existencia con los ojos cerrados.



Como siempre los libros llegan a tu vida
en el perfecto momento para ser comprendidos.

viernes, 21 de agosto de 2015

Qué se puede hacer con el amor, que se puede hacer si es cosa de él.

martes, 18 de agosto de 2015

—Tu felicidad –dijo al despedirse− me hará feliz. Que no te engañen mis ojos, siempre fueron unos blandos. 
Microcuentos, Carlos Aymí

jueves, 13 de agosto de 2015

El   a m o r  es un sentimiento demasiado esperanzador para renunciar a él

miércoles, 5 de agosto de 2015

infinita vuelta

No hay nada como esas vueltas en la madrugada a través del parque. Ese color de noche, ese viento en la cara, el sonido de los árboles (..) me recuerdan las inolvidables noches de campamento, dando esa infinita vuelta al círculo en Picarquín; dónde no teníamos nunca la certeza de dónde estábamos pero manteníamos la seguridad de que íbamos a llegar .. y si no, qué importa? 
estábamos todas juntas, nada podía dañarnos. 

tiempo LIBRE

EstamosEstoy tan condicionados por este sistema que a veces nace la culpa tras el tiempo libre. Me entiendo y no me culpo, crecí con una agenda ocupada, con la neurosis de hacer productivo cada momento de mi vida, de no perderme nada; y con la incapacidad de ver de todo lo que realmente me perdía. 

Crecí creyendo que hacer muchas cosas esta bien, y saben ... lo está, solo que mi miopía no me dejaba ver que una de las actividades que no incorporaba en mi ocupada agenda era el tiempo libre. El tener tiempo para tener tiempo, para sentarse a mirar las nubes pasar, para tomarme un café y escribir sin tiempo, sin relojes. 

Juntarnos sin tener que separarnos, llegar sin tener que irnos.

Hoy que tengo ese tiempo, siento que pierdo el tiempo y -NO-, gano tiempo, gano vida, estoy aquí y ahora, viviendo, atenta ... realmente atenta, porque avanzo y observo todo a mi alrededor, gravo todo en mi memoria. Porque mientras más rápido avanza el tren menos podré grabar en mi mente, aunque sí .. llegaré más rápido y qué? y para qué? ese si será tiempo perdido, viajar sin poder acordarte del viaje. Porque el destino no es lo más importante, sólo lo es si entendemos que el destino incluye el camino para llegar a él -el proceso como parte intrínsecamente necesaria para disfrutar el resultado-

Y como es de costumbre llega a mi vida un libro que me recuerda todas estas cosas que estoy aprendiendo, que me enseña y me da energías para seguir en este camino. Gracias Sabato. 

"Ahora la humanidad carece de ocios, en buena parte porque nos hemos acostumbrado a medir el tiempo de modo utilitario, en términos de producción."
La Resistencia, Ernesto Sabato