No hay nada como esas vueltas en la madrugada a través del parque. Ese color de noche, ese viento en la cara, el sonido de los árboles (..) me recuerdan las inolvidables noches de campamento, dando esa infinita vuelta al círculo en Picarquín; dónde no teníamos nunca la certeza de dónde estábamos pero manteníamos la seguridad de que íbamos a llegar .. y si no, qué importa?
estábamos todas juntas, nada podía dañarnos.
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