Sobre un monte existía hace muchos años un árbol, todo las personas de los alrededores lo veneraban pero ninguno lo iba a visitar. La leyenda decía que la persona que tocaba su tronco tenía vida eterna como él. Como todo ser humano siempre busca vivir para siempre pero ninguno realmente se atrevía a hacerlo.
Un día dos niños jugaban como todas las tardes en el monte, caminaron y caminaron; sin darse cuenta llegaron a la ci
ma y se encontraron cara a cara con el gigantesco sujeto. Los niños inocentemente y sin conocer la leyenda, se acercaron a jugar; lo de siempre o lo nuevo, no importaba ellos solo se divertian. Luego de jugar se sentaron bajo su copa, ahi se acostaron de espalda y comenzaron a imaginar como sería su vida. Cuando comenzó a atardecer Joaquín mencionó volver a la casa para no llegar con la luna en la cabeza, pero antes de irse; el más pequeño, Flor, quería dejar escrito su nombre en el tronco para que cuando volvieran en el futuro, encontraran su huella. Cuando comenzó a escribir la puesta de sol tomó un color más naranjo y cada vez más intenso. Rapidamente comenzaron a correr, la noche caía prontamente, ellos no llegaron nunca.
ma y se encontraron cara a cara con el gigantesco sujeto. Los niños inocentemente y sin conocer la leyenda, se acercaron a jugar; lo de siempre o lo nuevo, no importaba ellos solo se divertian. Luego de jugar se sentaron bajo su copa, ahi se acostaron de espalda y comenzaron a imaginar como sería su vida. Cuando comenzó a atardecer Joaquín mencionó volver a la casa para no llegar con la luna en la cabeza, pero antes de irse; el más pequeño, Flor, quería dejar escrito su nombre en el tronco para que cuando volvieran en el futuro, encontraran su huella. Cuando comenzó a escribir la puesta de sol tomó un color más naranjo y cada vez más intenso. Rapidamente comenzaron a correr, la noche caía prontamente, ellos no llegaron nunca. Pero en la eternidad se les recuerda, o por lo menos yo siempre los recuerdo.
Flor.
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